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Tiempo de lectura: 6 minutos / Lars Buchwald / 16.10.2025

Cuando algo sale mal – y por qué en realidad no es tan grave

Contenido del artículo

Por qué los errores no son una debilidad, sino un maestro

Errores de diseño y construcción – cuando la perfección se bloquea a sí misma

Cuando la tecnología obedece – y eso mismo se convierte en el problema

Hackeo de hotel con humor – el confort vence al control

Qué tienen en común estos casos – y lo que enseñan

Cuatro principios para menos fallos y más seguridad

La seguridad es movimiento – por qué la inacción es el mayor riesgo

Los errores son el motor del progreso

La verdadera seguridad no se demuestra en la perfección, sino en la forma en que se afrontan los pequeños fallos. Porque una cosa es segura: nada es infalible — ni el ser humano ni la máquina. Y precisamente en el mundo de la tecnología de cierre se vuelve interesante cuando algo no funciona como se esperaba. Como bien se dice: se aprende más de los errores y los fracasos que del éxito. Los casos en la tecnología de cerraduras donde nada salió como estaba previsto no son vergonzosos — son lecciones. Y, siendo sinceros, a veces son simplemente demasiado buenos como para no contarlos.

Malentendidos técnicos que no se olvidan — y que es mejor no repetir.

Echemos un vistazo a tres ejemplos especialmente instructivos — y con un toque de humor — tomados de la práctica. Todos tienen algo en común: demuestran que se puede reír de los fallos de seguridad, siempre que uno termine un poco más sabio y con una lección aprendida.

Errores de diseño y construcción – cuando el cilindro de cierre se sabotea a sí mismo.

Fue uno de esos momentos en los que la innovación se volvió demasiado ambiciosa. Un conocido fabricante — llamémosle “el diseñador de los cilindros” — quiso crear el no va más en precisión. Un cilindro de alta seguridad, esbelto, elegante, técnicamente casi perfecto. El objetivo: eliminar toda manipulación y controlar cada movimiento al micrómetro. Porque, como sabemos, el ganzuado es posible precisamente porque aprovecha las tolerancias de un cilindro para abrirlo. Así que, pensaron, simplemente eliminemos las tolerancias. Suena bien, ¿verdad?

Sobre el papel, era el cilindro perfecto. La fabricación parecía salida de un reloj suizo: cada pasador ajustado al detalle, cada elemento cuidadosamente diseñado. Pero en la práctica pronto se demostró que la perfección también tiene sus trampas — y el cilindro se convirtió en un auténtico “fracaso total”. Al insertar la llave, bastaba una mínima presión y el mecanismo interno se bloqueaba. El núcleo del cilindro se atascaba y nada funcionaba. La causa era simple pero fatal: el margen de tolerancia era tan estrecho que el sistema, compuesto de muchas piezas diminutas, reaccionaba de forma exagerada ante la más mínima desviación. No fue una manipulación externa ni un fallo de herramienta — la cerradura simplemente se saboteaba a sí misma. 

Los ingenieros se encontraron con un producto que, en teoría, era invulnerable porque no tenía tolerancias, pero que en la realidad no superaba ni la prueba diaria más sencilla. Podría decirse que el cilindro era demasiado perfecto para funcionar. La lección de todo esto es tan antigua como el propio oficio: la precisión y la seguridad surgen allí donde la tecnología sigue siendo robusta y fácil de usar.

Cuando la tecnología obedece — y ese es exactamente el problema

Era un proyecto ambicioso. Un responsable de seguridad quería demostrar que su empresa estaba a la vanguardia tecnológica. Fuera llaves, dentro la biometría: lectores de huellas en cada puerta. Moderno, elegante, sin contacto, supuestamente infalsificable. Al menos en teoría. Lo bonito de estos sistemas: te puedes sentir el señor de todas las puertas. Una vez en el sistema, repartes derechos de acceso como caramelos — hoy el compañero Meier puede acceder al archivo, mañana quizá no. Quien es administrador tiene literalmente el dedo sobre todo. 

Y ahí empezó el problema. El responsable de seguridad, por supuesto, quiso comprobar si el sistema era tan listo como decía el folleto. Así que registró su huella dos veces — una como empleado normal y otra como administrador. Al fin y al cabo quería ver si la técnica distinguía correctamente entre poderosos y no poderosos. Lo hizo — pero no de la manera que él esperaba. Una huella dactilar no se almacena como imagen, sino como un conjunto de datos de puntos característicos — líneas, bifurcaciones, curvaturas. El sistema compara en cada escaneo si una huella comparte suficientes de esos puntos para considerarse una coincidencia. Cuando la misma huella quedó registrada dos veces, el sistema tuvo dos conjuntos de datos casi idénticos y ya no pudo distinguir con fiabilidad cuál debía considerarse válido. Eso provocó un efecto extraño, pero no infrecuente: de pronto cada puerta también se abría para huellas que eran simplemente lo bastante parecidas. El sistema creía reconocer de nuevo al administrador — en realidad era sólo un compañero con el pulgar de ancho similar. 

El software hizo exactamente lo que se le había enseñado. Vio dos huellas válidas, ambas con permisos completos, y sacó la conclusión —falsa pero lógica para él—: “Si se parece tanto, será correcto.” No fue un fallo técnico, sino una incomprensión humana sobre la tecnología. La máquina no “pensó”: simplemente ejecutó órdenes. La lección es sencilla: quien confía ciegamente en la tecnología no ha comprendido del todo el principio de la seguridad.

Hack en hoteles con un toque de humor — dos tarjetas, mil puertas abiertas

Lo que suena a anécdota de película de hackers fue en realidad un desastre de seguridad mayúsculo y bastante previsible. En infinidad de hoteles de todo el mundo se utilizó un sistema de cierre electrónico que se consideraba muy fiable: tarjetas sin contacto, autorización de acceso rápida, todo gestionado digitalmente — el sueño de cualquier hotelero. Pero el sistema tenía un pequeño, aunque crítico, problema: no distinguía claramente entre “huésped” y “administrador”. 

Hackers espabilados descubrieron que el código interno de seguridad de cada puerta —la llamada llave maestra— podía derivarse de datos públicamente legibles en la tarjeta de la habitación. Con paciencia, un lector de tarjetas comercial y unas pocas líneas de software era posible generar, a partir de una simple tarjeta de huésped, una segunda tarjeta —una especie de “llave maestra” en formato tarjeta de crédito. Y lo mejor (o peor): no hacía falta un compinche dentro del hotel, ni acceso a bases de datos ni conocimientos internos. Dos tarjetas, un portátil y un poco de curiosidad bastaban — y las puertas de hoteles en todo el mundo se abrían. De la noche a la mañana el hotel entero era un caos. De pronto las puertas parecían tener voluntad propia: unas se abrían, otras se negaban tercamente. Los huéspedes se quedaban perplejos en los pasillos mientras los técnicos, con portátiles y linternas frontales, iban de planta en planta como si trabajaran en un proyecto secreto de la NASA. Cadenas hoteleras enteras sustituyeron sus sistemas a toda prisa, se improvisaron formaciones nocturnas, y la frase “su tarjeta ya no funciona” adquirió un significado completamente nuevo. 

El fallo real no fue una avería técnica, sino un error de diseño: se priorizó la comodidad frente al control. El sistema era práctico, rápido y fácil de usar —pero no se concibió con la seguridad suficiente. Supuso que nadie cuestionaría la lógica de las tarjetas. Como resultó, esa suposición fue fatal y, al final, muy costosa.

Artículo técnico: Hackers unveil method to open millions of hotel keycard locks (TechSpot)

Estos tres casos muestran de forma sencilla lo rápido que pueden surgir grandes problemas. Ya sea en el diseño, en la implementación técnica o, sencillamente, en si algo se ha pensado hasta el final o no.

Pero, ¿qué se puede hacer para evitar en gran medida estos errores? ¿Es siquiera posible y, si lo es, cómo? No, con total seguridad no – pero sí se pueden mitigar antes de que aparezcan. Algunos enfoques serían, por ejemplo, pensar de manera integral: la seguridad es una cadena. Las vulnerabilidades suelen encontrarse donde menos se esperan – entre el hardware, el software y el ser humano. Revisar con regularidad: los sistemas y cerraduras no son productos de una sola vez. Quien no los prueba, mantiene o actualiza, corre el riesgo de quedarse atrás tecnológicamente – o algo peor. Documentar los errores, no esconderlos: cada fallo es un punto de datos, cada debilidad una oportunidad de mejora; hay que aprovecharlo. Y nunca, de verdad nunca, confiar ciegamente: ni en un algoritmo ni en una pieza de metal. El control no es una declaración de desconfianza – es responsabilidad en acción.

La seguridad también es movimiento – la inactividad es el verdadero riesgo

Los errores forman parte del desarrollo. Sin ellos no habría innovación, ni mejora – y mucho menos seguridad. Lo decisivo no es que algo salga mal, sino aprender de ello y saber cómo afrontarlo. Especialmente en la tecnología de cierre, la perfección es una bonita idea – pero no una realidad. Lo que cuenta es la experiencia, la precisión y el cuestionamiento constante de las propias capacidades. En Multipick lo entendemos como un proceso. Desarrollamos, probamos, desmontamos y mejoramos – siempre con el objetivo de crear herramientas tan fiables como las personas que las utilizan. Los errores no son una vergüenza, sino parte del progreso.

FAQ – todo lo que necesita saber.

1. ¿Por qué los errores en la tecnología de seguridad suelen ser más valiosos que los éxitos?

Porque revelan las verdaderas debilidades. Un sistema que nunca falla, nunca se pone realmente a prueba. Solo cuando algo sale mal se muestran los límites del material, del software o del diseño. Para desarrolladores, ingenieros y usuarios, esos momentos no tienen precio: proporcionan conocimiento real en lugar de una seguridad teórica.

2. ¿Cómo surgen los malentendidos más comunes entre las personas y la tecnología?

Generalmente, cuando las personas interpretan la tecnología como “inteligente”. Una máquina no piensa, solo obedece instrucciones — incluso las incorrectas. Muchos problemas de seguridad aparecen cuando los usuarios confían demasiado en la automatización, el software o los sistemas inteligentes, en lugar de comprender cómo funcionan. La lógica humana y la lógica de las máquinas a menudo hablan idiomas distintos.

3. ¿Por qué puede ser peligrosa una precisión excesiva en la tecnología de cerraduras?

Porque la perfección tiene sus propias trampas. Si un cilindro está fabricado con tolerancias tan ajustadas que no cede ni un milímetro, basta un poco de polvo o una diferencia de temperatura para bloquearlo. La seguridad vive del equilibrio: entre precisión y tolerancia, robustez y flexibilidad. Una cerradura debe ser no solo segura, sino también práctica para el uso diario.

4. ¿Qué aprendemos de errores digitales como los de los sistemas de huellas dactilares?

Que la tecnología nunca es “más lista” que su usuario. Si un sistema biométrico se configura mal, deja de reconocer a la persona y empieza a aceptar simples coincidencias. El fallo rara vez está en el sensor, sino casi siempre en la falta de comprensión de cómo se procesan los datos. La confianza no sustituye al control — lo complementa.

5. ¿Cómo puede un diseño de software sencillo poner en riesgo todo un sistema de seguridad?

Porque a menudo se prioriza la comodidad sobre el control. Un sistema demasiado simple puede ser engañado por cualquiera que entienda su lógica. En el famoso caso de las tarjetas de hotel, el problema no estaba en el código en sí, sino en la falta de conciencia de que incluso la comodidad debe diseñarse con seguridad — de lo contrario, se convierte en una puerta de entrada.

6. ¿Por qué los problemas de seguridad suelen ser “de cosecha propia”?

Porque rara vez provienen del exterior. En muchos casos, un sistema se sabotea a sí mismo — por una complejidad excesiva, una falta de mantenimiento o procesos mal definidos. Ya sea alta tecnología o trabajo artesanal: el factor decisivo sigue siendo el ser humano. Los errores surgen cuando se delega la responsabilidad en la tecnología en lugar de acompañarla activamente.

7. ¿Cómo se pueden evitar los errores de seguridad a largo plazo?

No completamente — y eso es algo positivo. Pero sí se pueden detectar a tiempo. Las pruebas regulares, una cultura abierta frente al error y el pensamiento crítico ayudan a evitar que los pequeños problemas se conviertan en grandes catástrofes. Quien documenta los fallos en lugar de ocultarlos, construye automáticamente sistemas mejores.

8. ¿Qué significa “seguridad integral” en la práctica?

Que la seguridad no termina en la puerta. La mecánica, la electrónica y el factor humano deben trabajar en conjunto. Una cerradura perfecta no sirve de nada si el usuario deja la llave debajo del felpudo. Tampoco si faltan actualizaciones de software o la capacitación del personal es deficiente. La seguridad es una cadena — y cada eslabón cuenta.

9. ¿Por qué el humor tiene un lugar en el mundo de la seguridad?

Porque los errores son más fáciles de aceptar cuando uno puede reírse de ellos. El humor crea distancia donde de otro modo solo habría frustración — y abre la mente a las soluciones. En la tecnología de cerraduras, pocas cosas enseñan más que un error bien documentado que hoy causa risa y mañana evita que vuelva a ocurrir.

10. ¿Qué hace que el enfoque de Multipick sea especial en este contexto?

Multipick considera la seguridad como un proceso de aprendizaje continuo. Cada herramienta que se prueba, se desmonta o se mejora es un paso hacia una mayor fiabilidad. Los errores no son una debilidad, sino parte del progreso. Así surgen productos que no solo funcionan, sino que cumplen lo que prometen en el momento decisivo — incluso cuando algo sale mal.

Sobre la persona

Lars Buchwald forma parte del equipo de Multipick desde 2006, donde se dedica al marketing y los gráficos con pasión y pericia. Como diseñador gráfico y redactor publicitario de formación, aporta una gran experiencia y creatividad a su trabajo, lo que le permite transmitir los mensajes de las ingeniosas herramientas de forma atractiva y convincente. Con un agudo sentido de las necesidades del grupo destinatario, dirige los destinos de marketing de Multipick. Su trabajo se caracteriza por un alto grado de sensibilidad y el toque justo en el momento adecuado. 

Nacido en Bonn, Lars no sólo está estrechamente vinculado a la región, sino que también ha integrado firmemente su pasión por las herramientas de marketing en su trabajo profesional. Su apego a la ciudad se refleja en su trabajo y confiere a sus campañas de marketing un auténtico sabor bonnés.

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Made in Germany, Made in Bonn - una promesa.

Desde Bonn a todo el mundo. Ese era y es nuestro objetivo. Multipick se fundó en 1997 y desde entonces tiene su sede y sus instalaciones de producción en Bonn, a orillas del rio Rin.

¿Por qué deberíamos irnos de aquí? Cualquiera que haya estado aquí confirmará que es muy bonito y que la gente es «típicamente renana», cosmopolita y amable. Desde muy temprano, comenzamos a familiarizarnos con las distintas herramientas de apertura. Probamos rompe cilindros, extractores de bombines y adquirimos mucha experiencia con una gran variedad de herramientas. No importase si fuese un juego de ganzúas o herramientas especiales para bomberos y/o cerrajeros, la finalidad era abrir una puerta o una ventana. Fieles al lema, usted tiene el problema y nosotros la solución.

Desde nuestro almacén se envían a todo el mundo numerosas herramientas, ya sean para aficionados o para profesionales:

maletines de herramientas de apertura para conserjes/cerrajeros, juegos de ganzúas, materiales didácticos para los aficionados al ganzuado deportivo, ganchos Hobbs para abrir las cajas fuertes, etc. Hay muchas aplicaciones diferentes para nuestras herramientas especiales. Láminas deslizantes TFG y agujas metálicas para accionar el resbalón de una puerta cerrada de golpe o el extractor de bombines QA Pro 2 con nuestros tornillos de tracción V-Pro son herramientas indispensables para una apertura exitosa. Además, las fresas y brocas especiales en caso de que realmente no haya otra solución que utilizar una técnica destructiva. Un sinnúmero de útiles prácticos para facilitar el trabajo de apertura como: tarjetas/micas de apertura, cuñas, espátulas para el resbalón o el cuadradillo, anzuelos para manillas de puertas y abridores espirales, entre otros. Aunque las cosas se compliquen para la apertura, con nosotros está en buenas manos. Las ganzúas eléctricas Kronos y Artemis son nuestros productos estrella. Para quien tenga que abrir cerraduras multipunto de seguridad y/o cerraduras de disco, estará encantado con el sistema ARES. Para la apertura de ventanas, le ofrecemos los mejores productos de Kipp-Blitz, muy populares entre los servicios de emergencia como los bomberos, la THW (Agencia Federal Alemana de Ayuda Técnica) y la policía. Muchas de nuestras herramientas son fabricadas directamente por nosotros. Esto nos da libertad para producir con rapidez y de forma orientada al cliente. No hay largas cadenas de suministro ni dependencias de proveedores. Esto tiene muchas ventajas para usted y, por supuesto, para nuestro medio ambiente. Una ventaja es que usted obtiene todo de una sola fuente y, por tanto, podemos ofrecerle una calidad constante. Esta es también nuestra promesa para usted, todo de una sola fuente/procedencia, Made in Germany, Made in Bonn - prometido.